La confianza tranquila en Dios, es la base de nuestro contentamiento
Salmo 131
David era rey y este puesto podría haberlo exaltado, mas no fue así, sino que nos enseña el comportamiento piadoso que tuvo al asumir en su puesto de rey, el temperamento humilde que tomó y cómo se mantuvo sumiso como un verdadero hijo de Dios. Esta actitud humilde es destacada por Pablo. La única descripción que Jesús hizo de sí mismo, fue como alguien «manso y humilde de corazón» (Mateo 11:29).
El reino de Dios, es básicamente justicia, paz y gozo, puede entrar un niño confiado e ingenuo; de hecho, sólo alguien que sea como un niño.
La humildad coloca a los demás en primer lugar y nos alegra que Dios dirija nuestra vida. Ese contentamiento nos da seguridad y hace que ya no necesitemos probarnos ante otros. Permita que la humildad y la confianza impacten la perspectiva de su vida y le dé fortaleza y libertad para servir a Dios y a los demás.
Lo que expresa el salmista es lo opuesto al orgullo y la arrogancia. El corazón orgulloso produce ojos que se han enaltecido y la arrogancia también viene del orgullo. El cristiano que quiere glorificar a Dios no busca su propia grandeza.
Después de este mensaje de confianza y contentamiento en el Señor, el salmista exhorta al pueblo a que espere en Jehová continuamente. Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Este es el secreto de conocer a Dios y ser instrumento de su bendición a otros.
David tuvo un corazón como el del Señor y el corazón del Señor es como el de un niño; el niño no busca grandezas, no busca poder, no busca fama, no busca impresionar, no busca controlar.
“En Dios podemos confiar porque lo que nos dice y nos enseña, nos da vida eterna. Renovemos nuestro entendimiento y busquemos a Dios como niños”.
Comments